COPANI EN EL TEATRO”LA MASCARA”
El militante, canta a viva voz
En una ampliación de su ciclo de recitales de los viernes de mayo en el Teatro La Máscara, Ignacio Copani se presentó el pasado viernes 3 de junio y promete volver a hacerlo el viernes 10, en el referido escenario. Cantante y teatro se complementan a la perfección, para hacer de cada presentación un recital intimista, como si fuera entre amigos, para que la platea no se limite a escuchar cantar, sino que se comprometa con el espectáculo, que participe, que tenga un rol activo y junto con el intérprete, lleven adelante un show, que se disfruta desde el comienzo hasta el final. Y no termina con el retiro del cantante del escenario y de los asistentes de la sala, sino que para los que gustan, se prorroga en el hall de entrada, cuando Copani sale luego de unos minutos de descanso en el camarín, a saludar, conversar y fotografiarse con quienes así lo deseen.
Ignacio es militante desde antes de ser cantante, lo cual no es ningún secreto y lo expresa a cada momento. En cada presentación, el cantautor se brinda al público a su propia imagen y semejanza, lo cual es muy loable y así lo entienden quienes comprenden, que la militancia es un compromiso que elige la persona y la desarrolla en su vida privada. Pero también y muchas veces, en su profesión y no hablamos de los políticos “profesionales”, sino de los artistas, que lo son las 24 horas del día y no se pueden dar el lujo como la mayoría de la gente, de colgar la vida privada del perchero de la oficina y haciendo lo mismo con la vida profesional, del perchero de la casa. En el caso de los artistas, en nuestro país no se les suele respetar el compromiso con su línea de pensamiento, -como sucede en la mayoría de los países- y no sólo son cuestionados, sino que suelen dejar posibilidades laborales en el camino. Por ejemplo en el caso de Copani, el adjetivo que sigue a su apodo de “flaco”, no siempre es reproducible, por cometer el pecado de dar rienda suelta a su creatividad, apoyado en sus ideales, que pasan por el peronismo y el alcance de la felicidad para el pueblo. Por eso y él lo sabe, perdió el apoyo de muchos de los que antes los aclamaban. Pero lejos de que no le importe, ya que a ningún artista le gusta perder público, es muy consciente de que esa pérdida, es el precio que tiene que pagar por la libre expresión de sus ideas. Para él hubiera sido mucho más redituable en términos económicos, gambetear a las expresiones y opiniones políticas o incluirlas en las generalidades de la temática poética. Pero eligió en cierto momento seguir por un camino y no dar marcha atrás. A quien esta nota escribe, en alguna oportunidad le dijo que no tendría problemas en volver a cantar en pubs, en fiel cumplimiento a la expresión de sus ideas. La fidelidad a sí mismo, a los ideales, al camino elegido, no se puede medir en términos cuantitativos.
Centrándonos en el espectáculo en sí, decir de un cantautor que con varias décadas de trayectoria está en su plenitud vocal y poética, es toda una síntesis no sólo del show, sino de su realidad artística. Como siempre, no se limita a cantar una canción detrás de la otra, sino que cada espectáculo es un constante ida y vuelta con el público. Lo hace cantar, compartir, lo hace cómplice del hecho creativo. El espectador, sabe que es partícipe necesario –y no me refiero a pagar la entrada- de una comunión llamada recital. Como señalamos antes, el teatro se presta a brindar la calidez necesaria para un espectáculo, que se transforma en una reunión de amigos, en donde parece que las distancias entre el escenario y la platea dejan de existir cuando cantante y público se unen en determinadas canciones. Y no siempre de Ignacio, ni de sus admirados Serrat y Silvio Rodríguez, sino de otros grandes, enormes como Spineta, Charly, Fito, Atahualpa, Daniel Toro, Gardel, Lepera… el tango, el folclore tienen su lugar destacado y hasta un cha, cha, cha impagable, engalanan la noche. Recorre algunas canciones de su trayectoria y “se divierte y divierte” con ellas, incluidas las ya míticas “Cuanta mina que tengo” –tal vez la primera canción antimachista, cantada desde la ironía de un latin lover al estilo argentino; algunas de sus bellas canciones de amor; un repaso por algunas de otros autores y con explicaciones de por qué las recuerda y por supuesto, muchas nuevas –a esta altura debe estar próximo a las 1500 de su autoría - con amplio compromiso, humor e ironía.
Ignacio Copani, como siempre y todavía más, sabe hacer que los asistentes a sus conciertos se sientan plenos durante el espectáculo y se retiren, aún más que satisfechos, contentos de haber compartido un par de horas con un artista como la gente. Dicho no sólo en forma metafórica, sino literal, ya que lejos del pedestal, el cantante se revela y la gente lo recibe en carne y hueso, tal como lo somos quienes leen esta nota, el que la escribe y los que caminan las calles todos los días.