¿Desde cuándo los argentinos pensamos no sólo nuestra economía, sino hasta nuestros actos diarios en dólares?
La pregunta es difícil de responder. No desde la época de Belgrano y San Martín, tampoco desde que “bajamos de los barcos”. Pero sí desde hace ya bastante tiempo.
Recuerden al entonces presidente Carlos Menem, en los programas televisivos políticos y en especial en el de Bernardo Neustad, cuando decía por ejemplo y poniendo para ello una cifra cualquiera : “esto va a demandar unos tres millones de pesos… o de dólares, porque ahora es lo mismo”. Ese era un momento clave, los argentinos en su mayoría creíamos que estábamos en el primer mundo… o tal vez habíamos llegado, podría ser… Estaba al alcance de cualquier mortal (mortal argentino) en su habla cotidiana, expresarse con términos como:
- Me aumentaron el sueldo, voy a ganar -otra cifra al azar-, 1000 dólares.
- Bien; ¿Te pagan en dólares?
- No, en pesos.
- ¿Y por qué decís dólares?
- Porque es lo mismo.
Y así era cuando compramos algo aunque sea en el almacén de la esquina, con el presupuesto de las vacaciones, sea en Miami ó en San Clemente, casi hasta en las propinas…
Tal vez habíamos llegado. Pero al igual que al “Chino” Ríos, insoportable tenista chileno que llegó a ser número 1 del mundo en la década del ´80, también nos duró un ratito. El se la creyó y se comparó y dijo ser mejor que nuestro Guillemo Vilas, porque Willy nunca fue número 1 del mundo, aunque jugó como tal y se mantuvo como Top 5 durante varios años. Nosotros también nos la creímos y fuimos por más, comparábamos a italianos, españoles, frances, estadounidenses, alemanes… con nosotros.
En realidad de esa época guardamos recuerdos, electrodomésticos ya pasados de moda y dólares en los bancos, muchos de ellos productos de negocios y negociados por la venta de artículos importados y bastantes otros, provenientes de indemnizaciones por despidos, fruto justamente de la venta de artículos importados en desmedro de los productos nacionales.
Llegó de la Rúa, debido a su inoperancia tuvo la idea de llamar a Cavallo para que se haga cargo del mismo sillón que ocupó en la época de Menem, por el que fue tan criticado, ninguneado y denostado hasta superar todos los límites, en especial por… Fernando De la Rúa. Cosas que pasan sólo en la Argentina.
El Corralito fue el combustible que cargó al helicóptero que se llevó a De la Rúa a un mejor destino -cualquiera era mejor que Balcarce 50- mientras las cacerolas sonaban. Algunas por falta de comida, otras porque no querían perder los dólares bancarizados… muchas de ellas eran de teflón. Habíamos tocado fondo, pero no sólo en lo económico: la sociedad se sentía destruida
Argentina 2012, país corcho. Pasaron poquito más de 10 años desde aquellos lejanos días. Una década plena de acontecimientos, que no vale la pena recordar por ser historia reciente. Volvimos a la superficie, a viajar, a comprar, se recuperó la economía Pero por cierto, no se han perdido ciertas costumbres. Seguimos pensando en dólares y el sólo hecho de que se restrinja la venta al público, desató un mini sismo. Es mini, porque en definitiva, al argentino corriente no le afecta el no poder comprar dólares para ahorrar en esa moneda -tampoco es negocio, según los expertos en inversiones- ó para viajar al exterior. El tema está en la psicología del argentino, que sigue pensando en dólares traducidos a pesos, lo cual afecta el humor de la gente y del que se aprovechan los operadores, vendiéndoles dólares a precios exorbitantes en el mercado paralelo -más simpáticamente llamado blue-, en especial para que viajen si tienen que hacerlo ó inviertan, pensando que el dólar se va a disparar. En realidad, si los pronósticos agoreros para con el precio del dólar, en los últimos 10 años, se hubieran cumplido, hoy su valor estaría por la estratosfera, chocando con los aviones que Menem iba a mandar a Japón en dos horas.
Las cacerolas sonaron hace días, en manos de quienes se sintieron afectados porque no pudieron comprar dólares –“pequeña” diferencia con el 2011-, es una buena oportunidad para volver a pensar en pesos, adaptándonos; como ejemplo, el mercado inmobiliario si no lo hace, se derrumba. Por supuesto que habrá heridos y sonrientes mientras eso sucede, pero en definitiva, si la propiedad se pesifica al dólar paralelo ó al blue, lo va a dictar el mismo mercado de oferta y demanda, cuando las propiedades no se vendan por caras ó peleen por ellas, por baratas. Si los agentes inmobiliarios actúan con inteligencia para sus propósitos particulares, aconsejarán a sus clientes pesificar barato. Ellos cobrarán comisiones más reducidas, pero se reactivará el mercado, vendiendo más.
El tema es el de siempre, “el aumento por las dudas” y ahora sumado a la inflación que sí existe. Allí está el problema: cambiar la mentalidad de la gente, hacer que el dólar no se transforme en el eje de la vida de los argentinos. Y para eso, son muy importantes los comunicadores sociales, si es que llevan tranquilidad a la población. Flaco favor hacen a la comunidad, cuando hacen del dólar el tema central de sus programas. Y como si fuera poco, encima parece que la avidez de la información los lleva a pretender que el blue suba y suba. Pero es una actitud que se corresponde a la óptica de esos programas, en donde todo está mal y si hay algo que indiscutiblemente está bien, ya se le va a ubicar la vuelta para encontrar/ le el lado negativo. Quien esta nota escribe, recuerda sus épocas de servicio militar, cuando se hacían los llamados “movimientos vivos”. Era “salto pa´arriba comenzar”; se salte mal o bien, siempre estaba mal y el aliento era “parecen vacas cansadas, no tienen voluntad para hacer lo que se les manda”. Pero como alguna vez había que terminar, llegado el momento decían: “¡Ahí va queriendo la voluntad de la compañía!”. Ya terminado el “ejercicio”, venían las felicitaciones: “¡Así se hacen los movimientos vivos, así demuestra voluntad la compañía!”. Y la frutilla del postre era: “¡No como hacen siempre, que parecen vacas cansadas, que no tienen voluntad para nada… y saltar pa´arriba comenzar!”. Tantos elogios nos dejaban cansados. Hay programas que están en esta tónica, allá ellos con sus conciencias.
Animo argentinos, sin el dólar también se vive. Nadie pide que cada quien venda los dólares que tiene, sino que elijan otras inversiones para sus nuevos ahorros. No parece ser un sacrificio muy grande… Por lo menos, no lo parece.