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SEGUNDA VUELTA

SEGUNDA VUELTA…

            … Y con una realidad impensada, hasta el mismo momento en que fueron apareciendo las primeras cifras. Encuestas y bocas de urnas, marcaban un triunfo de Scioli desde un mínimo de 4 puntos, hasta la posibilidad de triunfar en primera vuelta. En provincia de Buenos Aires, se descontaba el primer lugar de Aníbal Fernández, por escaso margen pero triunfo al fin. Si hubiera sido al revés y la sorpresa hubiesen sido Scioli y Aníbal, los gritos de ¡¡FRAUDE!! De Lilita Carrió, sus correligionarios y demás socios, hubieran dejado sin vidrios a todo el complejo Parque Norte, es decir al bunker macrista.

 

            Ahora, es comenzar de nuevo, pero la ventaja por lo menos psicológica, está del lado de Macri. De todas formas, no se puede confiar, ya que en la segunda vuelta porteña, en la que se presumía una paliza a Lousteau, apenas le ganó por un par de puntos. Estamos ante un hecho histórico, inédito y con dos candidatos para llevarlo a efectos un tanto “blandengues”, lejos de los políticos de antaño, que hacían vibrar a propios y ajenos con un par de palabras. A uno de ellos, Scioli, se le endilga falta de agresividad –tal vez no tan bien entendida- para criticar a su rival y poner blanco sobre negro. Al otro, Macri, se lo acusa tanto de inconscistencia ideológica, por tomar las banderas del peronismo y de otras corrientes de pensamiento políticas, como de falsedad ideológica, justamente por tomar las banderas del peronismo y de otras corrientes de pensamiento políticas, en un esfuerzo por conseguir votos para su campaña. Veletismo político, que le dicen.

 

            Como sea, los destinos del país están pendientes de dos hombres y sus circunstancias. Pero es mucho lo que también se juegan estas dos personas, en sus carreras políticas. “Plata o mier..”, como se dice en el idioma de todos los días. Uno se va a ir a la casa con las manos vacías. Pero si es Scioli, se va a llevar la responsabilidad endilgada por un partido, sobre una situación del que no sólo él es el culpable. Si es Macri, va a irse pensando que hizo todo lo que pudo y mirando de reojo a la administración de María Eugenia Vidal, no sea cosa de que termine siendo muy buena y…

 

            Scioli y sus allegados, tienen bastante para estudiar sobre las causas de un triunfo acotado. Lo mismo que Durán Barba y Macri tienen que buscar la clave de este milagroso acercamiento de último momento, para profundizarla y obtener los votos necesarios para ser presidente. En cambio Aníbal Fernández ya sabe por qué perdió: por su mala imagen, por la traición de quienes perdieron en la interna contra él y siendo peronistas no lo votaron. María Eugenia Vidal, haría muy mal en creerse que confiaron masivamente en ella por sus discursos de campaña o por la confianza que inspira, más que por su juventud y su cara bonita. Esto que se escribe, no pretende “ningunearla”, ya que ella es la primera que lo sabe. Su juventud y cara de ángel, tanto como el haber tenido como rival principal a Aníbal Fernández, fueron sus principales “aliados” a la hora de recolectar votos; no olvidemos que ella le ganó a Fernández por una diferencia similar a la que obtuvo sobre el mismo Macri como candidato a presidente. Por supuesto que no contaba con la ayuda de la traición de los peronistas a quién salió segundo y por arrastre, a varios de los “Barones” del conurbano, quienes entre otras cosas por el corte de boleta, vieron caer sus feudos. La renovación de las intendencias, no está mal, en realidad. María Eugenia es una vicejefa de Gobierno –es por lo menos desprolijo que una vicejefa de la Ciudad de Buenos Aires se presente como candidata a gobernadora de una provincia- de bajo perfil, con una increíble fuerza de trabajo… dicho por Macri.

 

LAS INTERNAS

            … y que las hay, las hay. “Radio pasillo”, señala que el bunker de Scioli estuvo por saltar por el aire, gracias a una suma de reproches y acusaciones cruzadas entre sciolistas, kirchneristas, camporistas y demás partidarios “istas”, que conforman el espectro K del peronismo. El discurso tal vez improvisado y un poco desprolijo de Daniel Scioli, pudo apaciguar los ánimos, por lo menos por ahora. Profundizar el modelo sciolista o kirchnerizarse, es la duda y por ahora, Daniel quiere seguir siendo Scioli. Pero sin dudas, el próximo 15 de noviembre, tiene que ser para el candidato oficialista el día de la “madre de todos los debates”, es el que va a sostener con Macri, si es que éste respeta el acuerdo al que llegaron ambos candidatos antes de las elecciones, cuando uno especulaba con ganar en primera vuelta y el otro, ni en sus sueños más angelicales, pensaba en que iba a llegar tan cerquita y atropellando “con la fusta debajo del brazo”.

 

            Por el lado de Cambiemos, también hay internas. ¿Me parece o los abrazos más sinceros -casi los únicos- que reparten Carrio y Sanz son entre ellos? Si Macri pierde, pueden pasar dos cosas: 1) Macri y Sanz se dan un abrazo, se lamentan el haber perdido cuando les faltaba tan poco y prometen volver a charlar dentro de dos años, si las circunstancias así lo recomiendan. 2) Por haber quedado tan cerca, siguen un tiempo más, a esperas de cómo se vaya desarrollando el futuro. En ninguna de las dos circunstancias se van a “arrancar los pelos”, porque cada uno obtuvo del otro lo que fue a buscar: Uno votos, el otro la supervivencia de su partido. Aunque cabe aclarar, que Macri le jugó sucio a Sanz, ya que dijo que no iba a cogobernar con los radicales, el día después de que el partido de Alem determinó asociarse con el PRO, en una escandalosa Convención Nacional, que fue vergonzosa para un partido como el radical. Fue doloroso, en especial para los radicales del viejo tronco, ver llorar a miembros de su partido y rogarle a Sanz que no le entregue las banderas a Macri… y algunas otras cosas de mal gusto. Si lo hubiera advertido un día antes de la Convención, tal vez Macri no hubiera contado con los votos radicales. El que avisa no traiciona, pero el que lo hace antes, no el que lo hace después. Si alguien piensa que entregarse a Macri no es traicionar al viejo tronco radical, que lea la historia del radicalismo. Va a encontrar que nació en 1890 y que encabezó la llamada Revolución del Parque, ese mismo año. Se alzó contra Juárez Celman, cuñado y sucesor de Julio Argentino Roca, no contra Perón, Lisandro de La Torre, el Che Guevara o el “flaco” Luis Zamora, antítesis éstos de lo que para bien o para mal, enmarcan el pensamiento político de Macri.

            Ahora que, si Macri gana: 1) Más tarde o más temprano el radicalismo no va a poder soportar quedar afuera de la “mesa chica” de Macri, aunque éste los recompense con algún que otro ministerio, embajada o cargo para algún partidario boina blanca. 2) Los dirigentes del partido radical oficial, unido a Macri, van a ver –siempre que lleguen a darse cuenta-, cómo sus miembros se van filtrando en el macrismo, hasta no reconocerse como radicales o por lo menos, cómo se van sintiendo más macristas que radicales. Es decir, van a ser protagonistas de la pérdida de identidad del centenario partido. Si algún radical macrista lee esta nota, seguro que va a poner el grito en el cielo y va a acusar a quien esto escribe de cualquier cosa, menos de bonito. Pero recuerden que existió la Unión del Centro Democrático (UCD), tercera fuerza política del país y comandada por un tal Alvaro Alsogaray, que se asoció al menemismo en los primeros tiempos del gobierno del riojano. En forma paralela, un autodenominado Partido Intransigente (PI), que supo ser la cuarta fuerza política, liderada por Oscar Alende, también lo hizo. Y sucedió que ambos fueron absorbidos por Menem. El de Alsogaray está casi desaparecido, integra la Unión PRO, justamente con Macri. El otro, después de un derroteo por distintas fuerzas, conforma el Frente para la Victoria con una trascendencia muy menor. “Quien quiera oir, que oiga”.

 

¿MASSA… PARA AQUÍ

Ó MASSA… PARA ALLÁ?

 

            Sergio Massa, comenzó a militar en la Unión del Centro Democrático y siendo veinteañero, llegó a la presidencia de su partido a nivel provincial, desde 1994 hasta 1996. Fogonero del traspaso al menemismo, lo hace con la mayoría de su partido. También fue funcionario del duhaldismo y del kirchnerismo, hasta que se aleja de éste y forma su propio partido. Ahora, ¿A quién le va a dar sus votos? Sus raíces, es decir la UCD, casi extinguida, perdura en el macrismo y se los reclama. Mientras que también sus votos los necesita el peronismo, en el cual militó durante varios años. En realidad, nadie es dueño de los votos ajenos. Pero no es difícil imaginar que Massa, dueño de su voto, tal vez esté confundido sobre a quién entregarlo, entre tantos lindos recuerdos…Pero de quienes votaron a Massa, depende buena parte del futuro de los argentinos. Macri y Scioli van por ellos, el primero, arengando a los opositores massistas del kirchrismo; el segundo, haciendo lo propio con los massitas peronistas, recordándole de que Perón dijo de que “para un peronista, no hay nada mejor que otro peronista”, cosa que muchos peronistas olvidaron y si no, que le pregunten a Aníbal Fernández. El peronismo se juega mucho más que una elección, el estallido y pases de factura están en puerta y Massa es clave y él lo sabe. Nadie le pide que vaya a arreglar los entuertos de un partido al que ya  no pertenece, pero no sería bueno que especule con que el peronismo vuele por el aire, para luego recoger los trozos que queden desperdigados por la Argentina.

 

EL DEBATE QUE VIENE

 

            Tiene fecha para el próximo 15 de noviembre. La estrategia, en especial de Scioli, debe ser dejar en claro las posiciones políticas y la acción de uno y de otro. En realidad, para los ciudadanos de a pie, es lo mejor que nos puede pasar, de que cada quién diga lo que va a hacer. Pero que se comprometa a hacer eso y no lo contrario y asuma su castigo si engaña al electorado, no haciéndose el Arakiri, sino donando su fortuna a instituciones benéficas. Ya tuvimos a un presidente que dijo con tonada riojana: “si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me hubiera votado nadie”. En esa oportunidad, pasó como un sinceramiento anecdótico, porque los argentinos estábamos muy ocupados disfrutando de las bondades del 1 a 1 con el dólar, comprando electrodomésticos y/o viajando a Miami en cómodas cuotas mensuales. La frase “estamos mal, pero vamos bien”, tendría que haber tenido una antecesora: “estamos bien, pero vamos mal”. Tuvo que pasar una presidencia y media, para darnos cuenta de que el mix entre ambas, si es que la primera hubiera existido, habría sido: “estamos mal y vamos mal”.  Pasó una vez, dos es demasiado. Debería ser un debate en serio, en donde cada uno desnude al otro –tranquilos, es una metáfora- y deje al descubierto todos los secretos de su rival. Descubra los muertos que tiene el oponente en el armario y los que va a guardar. Hablar bien, lo van a hacer de sí mismos. Scioli, para  bien o para mal, ya dijo quienes van a ser sus ministros. De Macri se espera lo mismo, en especial si quiere desmentir lo que le enrostran, es decir de que va a volver a la política de los ´90. Y si en realidad, como se cree, quiere volver, los votantes tenemos derecho a saberlo y elegir si queremos acompañarlo.

            Se viene un mes trascendente, en el que van a pasar cosas. Más metáforas: las carpetas van a volar de un lado hacia el otro. Y los votantes en el medio, las vamos a ver pasar. Les exigimos transparencia, verdad, sinceridad, honestidad, patriotismo, compromiso, generosidad… Y si a quien le toque no cumple con sus palabras, Dios, la Patria y las instituciones de bien público, les reclamen la parte que a cada uno les pertenece.


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