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Periodismo de periodistas
En primera persona:
"NO HACER PERIODISMO DE PERIODISTAS
ME DA VERGUENZA AJENA"
No es común que un periodista tome la primera persona para desarrollar una nota gráfica, tal como es lógico hacerlo en las notas radiales y televisivas, ya que la comunicación es mucho más directa. Pero esta vez me es necesario para dejar en claro el concepto: a mí, el escuchar a colegas decir que no hacen periodismo de periodistas, me da verguenza ajena.
El periodismo lo ejercen personas para otras personas, sea opinando, contando, mostrando lo necesario de otras personas, sea en forma directa o también indirecta, si el tema es por ejemplo una empresa, una obra de teatro ó el texto de una novela. Digo indirecta, porque al fin del camino, a esa empresa la manejan personas, esa obra de teatro la interpretan personas y la novela la escribio una o más personas. Entonces, ¿por qué los periodistas, que también somos personas, -aunque a veces suene increíble- tenemos que estar fuera de las generales de la ley? ¿Por qué no van a criticarnos cuando alguien juzgue que merecemos esa crítica ó felicitarnos, cuando alguien crea que somos merecedores de ello?
No tenemos coronita, ni de oro que rechace las críticas, ni de espinas que alejen los elogios. Ahora que, por supuesto que el no hacer periodismo de periodistas, va siempre más hacia el lado de evitar las críticas que al de cerrarle las puertas a los elogios. Esa es una actitud corporativa y las actitudes corporativas, no le suelen hacer bien a la sociedad, porque la experiencia dice que la mayoría de las veces se cierran filas sobre quienes tuvieron comportamientos no recomendables, en una actitud de defensa que muchas veces cruza el límite hacia lo indefendible.
En tiempos en el que el periodismo está bastardeado muchas veces por culpa de los mismos periodistas, hablar con libertad de los colegas es un ejercicio sano. En momentos en que parece que las posiciones son las de estar con el megagrupo Clarín y sus amigos ó con el gobierno, "pararse de manos" reivindicando el derecho y la obligación que tenemos los periodistas de ejercer el libre albedrío es sano. Claro que para los asalariados, sus empresas mandan, tampoco pretendamos ver al Caballero Don Quijote en cada uno de nosotros. Pero siempre hay límites éticos que respetar.
Y si hablamos de límites éticos para respetar, a veces estos parecen estar en la neblina, porque se cruzan con tanta facilidad... Al respecto, es incomprensible que un periodista como Nelson Castro, también reconocido neurólogo, le haya diagnosticado a la Presidenta de la Nación una enfermedad, dijo que padecía el síndrome de Hubris, ¡por televisión!. Ahora como periodista que soy: ¿Debería decir "no hago periodismo de periodistas" para no atacar a Castro ó decir lo que pienso de su acción?
El periodista debe decir lo que piensa, mientras que con ello no cometa por ejemplo delitos como apología de la delincuencia ó traspase límites éticos (por lo menos), como hacer diagnósticos de supuestas enfermedades por televisión. Como profesional del periodismo que es, Nelson Castro debería saber que cualquier cosa que diga sobre quien ejerza roles de importancia comunitaria, origina una reacción sobre dicha comunidad. Más aún sobre la Presidenta, por su importancia a nivel nacional e internacional. Como ejemplo, siempre se recordará al doctor Héctor Lombardo, entonces ministro de Salud y médico personal del presidente Fernando De la Rúa, cuando consultado por los periodistas sobre el estado de salud del mandatario, a quien se lo tenía como un "dormido", quiso minimizar el problema y paa ello no tuvo mejor idea que decir que el problema de de la Rúa era de principio de arteriaesclerosis, típica de su edad. La reacción fue inmediata y por supuesto, nefasta.
Como profesional de la medicina, Castro debería recordar que la ética (por lo menos) le impone no hacer comentarios sobre la salud de una persona, que la salud forma parte de la intimidad de esa persona y que tiene el derecho a que le sea resguardada. Ya está, lo dijo, ahora de nada valen las aclaraciones, son inútiles los quise decir o no quise decir de Nelson Castro en por ejemplo el programa de Mirta Legrand, cuando el actor y de paso psiquiatra -los psiquiatras saben más de enfermedades mentales que los neurólogos- Diego Peretti, le dio una pequeña clase -encubierta, disimulada- de ética profesional a su colega periodista, que éste tuvo que digerir como si de aceite de hígado de bacalao se tratara, dicho ésto viendo la cara que ponía cuando hablaba Peretti.
Claro, resulta poco creíble que Castro, reconocido anti Kirchnerista haya olvidado sus obligaciones profesionales periodísticas y médicas en el momento de emitir su opinión. Cualquiera está habilitado a pensar que en esta guerra entre Clarín y sus amigos versus el Gobierno, lo de Castro haya tenido una desleal intención. Como también cualquiera puede pensar que las denuncias que Lanata hace los domingos y muchas de las cuales son demostradas como falsas los lunes ó por las que se debe disculpar durante la semana, fueran el producto de haberse olvidado que el periodista debe investigar seriamente antes de denunciar ó porque se haya rodeado de incapaces y él le crea a todos sus colaboradores.
Algo que en las escuelas de periodismo los docentes le dejan claro a sus alumnos, es que ni la mejor desmentida puede borrar el efecto causado por el error o en muchos casos, la mentira. Y no hay que ser periodista para saber de que el tamaño de las columnas de denuncias se miden en metros y las de las desmentidas en centímetros ó casi en milímetros. También hay que diferenciar entre el error y la mentira: ambos son equivocaciones, pero el error no tiene intencionalidad, la mentira si.
Y para juzgar la ética, nunca debemos olvidarnos de la diferencia entre el error y la mentira. Para bien ó para mal.
WALTER ARIEL DORIA
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