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NISMAN

La muerte del fiscal Nisman

¿Dónde esta la mentira?
¿Dónde está la verdad?

  
          A propósito de una pequeña encuesta realizada por Luis Novaresio en su programa de Radio la Red, sobre si se puede llegar a dar una explicación convincente sobre la muerte del fiscal Nisman, las respuestas de los periodistas del programa mostraron incredulidad. Pero a partir del supuesto de que la explicación sea verdadera. En realidad nuestra sociedad está tan dividida, que sea cual fuere dicha explicación e independiente de que sea verdadera o falsa, será creíble sólo para aquellos a quienes la versión sea la que quieren escuchar, según sus propias opiniones personales. Si las investigaciones determinan que el gobierno es culpable de la muerte del fiscal, los opositores la van a creer y los oficialistas no. Si en cambio se llega a la conclusión de que el fiscal sostenía imputaciones falsas y lo mataron quienes preferían al fiscal muerto y no desacreditadas dichas denuncias, van a ser los opositores quienes van a descreer de las conclusiones de la Justicia. Pero en realidad este blanco ó negro en el caso Nisman, es consecuencia del blanco ó negro que reina en la sociedad, en relación a las acciones de la administración kirchneristas, tanto en los 4 años de Néstor como en los 7 de Cristina. De todas formas y por el momento, los juristas de uno u otro lado del arco político, coinciden en que si todas las acusaciones del difunto fiscal son las que hasta ahora se conocen, no tenían sustento. Es más, el dirigente radical Leopoldo Moreau –no justamente kirchnerista-, fue más allá y no sólo habló de una causa armada que perjudica al Gobierno, sino también de que con sus acusaciones, Nisman no iba a poder sostenerse ni cinco minutos ante las preguntas de los legisladores

 

                Párrafo aparte, es la infamia que sufrió Ignacio Copani, reconocido militante kirchnerista, a quien le tomaron un tweet viejo para hacerlo pasar como nuevo, es decir escrito antes de la muerte de Nisman y no después, para hacerlo quedar como un reverendo H de P. Más allá de simpatías o antipatías con el cantautor, el tiro era por elevación a toda la militancia kirchnerista. Afectó en este caso no sólo al ser humano, sino también al profesional que vive de su trabajo, ya que por riesgos de escraches debió suspender parte de una gira que estaba realizando por la costa bonaerense, que le era exitosa. Reflexión: no se puede decir que se busca la verdad, mintiendo y perjudicando a la gente, eso está claro. Y ningún secreto es que a los artistas populares, suele no perdonárseles la militancia, cuando no es afín a nuestra línea de pensamiento. En otros países .y admitiendo que las comparaciones si bien son odiosas, también son necesarias- se respeta el compromiso militante, venga del espacio político que fuere, mientras sea democrático.

 

                En estos días que siguieron a la muerte del fiscal, los dardos cruzados entre uno y otro bando –si, lamentablemente uno y otro bando-, fueron verdaderamente desagradables, con personajes que entraban y salían de escena según conveniencias. Desde quienes proclamaban a los gritos de que no se debe investigar a la víctima y los que querían saber de quién era el auto carísimo que usaba o cómo hacía un fiscal para poder vivir en uno de los lugares más caros de la Argentina. Preguntas que indignan a algunos, que otros ven necesario que tengan respuesta. En realidad y eso lo puede decir cualquier abogado, no fueron pocas las veces que investigando a la víctima, tanto en su ámbito laboral como privado se llega a descubrir al victimario. De todas formas y a la luz de los datos revelados y de las coincidencia entre los especialistas sobre la falta de sustento de las acusaciones, si es que lo conocido es todo lo que hay,  quedan muchas preguntas pendientes que tal vez nunca sean contestadas, sea porque quien sabía las respuestas ya no está vivo o fuera porque quien también puede llegar a saberlas, hasta ahora es un ilustre desconocido, un sospechado no indagado o alguien hasta ahora pasado por alto en estos días de investigaciones.

 

¿El fiscal eligió a los medios de comunicación del Grupo Clarín para difundir la denuncia, como una forma de preservar su vida, en lugar de remitirse a las vías naturales, como lo es el juez de la causa? Si es así, habría que ir descartando el suicidio, ya que quería preservar su vida. ¿Se dio cuenta de que la denuncia, redactada o no por él era insustanciosa y no sólo ya no tenía vuelta atrás, sino que lo esperaba un duro revés a su carrera y por eso eligió el suicidio? Puede ser ¿Lo mataron porque ante lo insustancioso, el fiscal era preferible muerto como mártir? También puede ser. ¿Algún trasnochado eligió matarlo –o inducirlo al suicidio-, temeroso de que las acusaciones sean verdaderas y perjudique al Gobierno? A priori parece difícil de que un trasnochado, tenga la capacidad de hacer semejante plan y tener éxito y encima no ser descubierto. ¿Por qué si el Gobierno estaba interesado en que Nisman declare, no le reforzó la custodia? ¿Por qué si la oposición estaba interesada en que el fiscal declare, no le llenó el departamento de dirigentes y no le dejó sólo ni para ir al baño, hasta el momento en que se presente ante los legisladores?

 

Como si el ping pong de oficialistas defendiendo a ultranza y opositores acusando al Gobierno sin pruebas, cuando el cuerpo del fiscal aún estaba tibio fuera poco, aparecieron personajes secundarios “iluminados con la verdad”, de difícil comprensión –comprender cómo aparecen, no por qué aparecen-; los padres de Lagomarsino asegurando que su hijo no pertenece a los servicios secretos. Por lo general los padres y familiares de los agentes secretos no saben la verdad. Maxwell Smart, el querido y recordado Super Agente 86, le aseguraba a los padres de su novia, la bella agente 99, que su actividad comercial era la de vendedor de tarjetas de navidad. Los padres de la 99 no entendían a quién le podía vender tarjetas de navidad en julio. En la recordada serie de los años ’60, esto era una humorada, pero no dejaba de ser una realidad. En el caso de Lagomarsino, quedó ¿en claro? por los dichos de su abogado, que su cliente le arregló la computadora familiar al fiscal y como quedó tan  conforme con su trabajo, lo llevó a la fiscalía para ocuparse de la seguridad informática…  Y hablando del abogado, la primera y hasta ahora única conferencia de Lagomarsino, fue mucho más fiasco que contundente. El presunto agente explicó sus acciones del fin de semana trágico, se olvidó de algunas cosas que los periodistas le recordaron y que él admitió y justificó por el estado de shock podríamos decir, en que se encontraba y no contestó preguntas, sino que dejó que sea su abogado quien responda. A propósito de este hecho, cuando el abogado les dijo a los periodistas que sería el quien responda y no su cliente, los movileros por supuesto protestaron. Pero contó con “la fortuna” de que un par de preguntas en medio de las protestas, a las que pudo escuchar entre tantos gritos, le reencausaran la conferencia de prensa y la misma se pudiera seguir desarrollando. Sin duda algunos movileros no son desconocidos para el abogado, ya que en la conferencia los llamó por sus nombres de pila. De todas formas, Mercedes no es un nombre tan difícil de recordar.  La forma de responder del abogado, no fue demasiado directa ni clara, más bien se iba por las ramas, volvía, se entrecortaba, ideal para que periodistas ansiosos cortaran las respuestas con otras preguntas. Por supuesto que eso también es ideal para no contestar.

 

Pero entre los aparecidos, una frutilla fue un presunto amigo del Nisman, quien señaló que el fiscal le había dicho que estaba muy confiado de sus acusaciones y le aseguró que “a estos los voy a mandar presos o se van a ir del país. Estos eran Cristina Kirchner y el Canciller”. ¿Las investigación del atentado a la AMIA – DAIA y sus acusaciones, deben ser confidenciales o sus responsables pueden contárselas a sus amigos?

 

Entre los constantes ataques que el Gobierno y el Grupo Clarín se lanzan entre sí, datos relevantes denunciados en una nota editada el pasado domingo 1 de febrero, fueron inmediatamente desmentidos por la Justicia. Pero Capitanich, en su conferencia de prensa del día lunes 2, no tuvo mejor idea que romper la hoja del diario en donde estaba dicha nota, como una forma de calificar la importancia que la misma merecía. Una torpeza, un increíble bache en el conocimiento de la forma de acción de los enemigos del gobierno, les permitió no sólo decantar el papelón, sino atacarlo con todo el armamento, calificando el gesto como propio de la dictadura militar.  Con dicho acto consiguió en forma involuntaria por supuesto, que la opinión pública no debatiera si lo publicado en Clarín fue un error o una mentira –la diferencia está en la intencionalidad-, sino que lo hiciera sobre el acto de romper la hoja del diario. Algunos pedían que Capitanich se disculpara, no hacerlo para algunos puede ser soberbia, para otros no aclarar porque embarra. No sea cosa que si lo hiciera, le pidieran la renuncia por desequilibrios emocionales.

 

Para terminar, está muy claro, digamos clarísimo, que es necesario saber la verdad sobre el atentado a la AMIA – DAIA. Pero si lo que tenía el fiscal era una bomba, suponiendo que sus denuncias fueran ciertas, iban a provocar un estado de conmoción interior muy difícil de superar, no muy lejos de un golpe de Estado sin armas;  de hecho en los momentos actuales, cuando todo hace suponer que dichas denuncias son infundadas, el momento institucional sigue siendo complicado. Por eso cabe una pregunta y que cada quien la responda con una mano en el corazón: ¿Era ese –o és este- el momento para hacer dicha denuncia? ¿No hubiera sido mejor presentarla al juez que entiende en la causa, que es el orden judicial natural, para que decida los tiempos? ¿No hubiera sido mejor que salga a la luz el 11 de diciembre del 2015, ya con un nuevo gobierno y cuando los imputados como presuntos culpables ya no sean parte del Ejecutivo? En opinión de quien esto escribe, no eran éstos los tiempos para dicha denuncia. No se puede arriesgar al país al caos por esclarecer una denuncia que lleva 20 años y que en nada perjudicaría dejarle tener unos meses más. Una denuncia de este calibre, con implicados como los que ésta tiene, en el momento actual, poniendo en riesgo la estabilidad interior, producida en otro país como por ejemplo Israel, los Estados Unidos o alguno de los países árabes, es casi imposible que vea la luz hasta por lo menos el momento adecuado. ¿Qué país se va a poner en riesgo a sí mismo por esclarecer un atentado, aunque sea terrible? ¿Por qué tendría que hacerlo la Argentina?

 

Muchas preguntas… pocas respuestas.

 

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